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Discurso del mayor general Edgar Ceballos Mendoza, Director de la Escuela Superior de Guerra, con motivo del otorgamiento “Diploma Honoris Causa en Seguridad y Defensa Nacionales” al Doctor Álvaro Uribe Vélez, presidente de la República de Colombia

La Escuela Superior de Guerra entrega hoy el título honoris causa de Magister en Defensa y Seguridad Nacional al Señor Presidente de la República Doctor Álvaro Uribe Vélez, como reconocimiento a sus esfuerzos por la paz de Colombia y a su acertada dirección de los asuntos relacionados con la concreción de la política de seguridad democrática.

Este título va más allá de solas consideraciones honoríficas. Si de calificaciones por el trabajo adelantado se trata, el señor Presidente gana un cinco aclamado en todas las materias del currículo diseñado para obtener la Maestría. Cinco en el módulo de Naturaleza de la Guerra, porque por primera vez un gobierno comprendió la doble naturaleza de la guerra irregular: una es la guerra militar y otra la "guerra oculta", la que busca la erosión del Estado en los niveles locales y regionales para aislar el centro nacional.

La política de Seguridad Democrática entendió que se debía proteger al Estado local para preservar credibilidad, gobernabilidad y legitimidad. Así, la Policía Nacional regresó a los municipios desprotegidos y los soldados de mi pueblo aseguraron las posiciones ganadas. Cinco en el módulo de fundamentos de la Lógica Estratégica, porque entendió e interpretó el sentir nacional frente al dilema de apaciguar o luchar. Cinco en el módulo de Estrategia Militar General y Operativa porque plasmó en la realidad una gran maniobra de aproximación indirecta, que le permitió a las Fuerzas Militares ir a la retaguardia profunda del enemigo para dislocarle el dispositivo estratégico y desvertebrarlo.

Cinco en el módulo de Seguridad Global, Regional y Geopolítica, porque defendió el derecho de Colombia a ser aceptada en los organismos de seguridad de la región con toda la autonomía nacional para adelantar la defensa de su institucionalidad, para establecer las alianzas pertinentes y para reclamar solidaridad de los demás asociados de acuerdo con las normas del derecho internacional. Cinco en el módulo de Economía, Presupuesto e Inversión en la Fuerza Pública, porque nunca antes un gobernante había movilizado, en cantidad y calidad, los recursos necesarios para que la fuerza pública pudiera respaldar con eficacia el anhelo de paz de los colombianos.

Cinco en Derechos Humanos porque en lo corrido de su gestión se han reducido notablemente las violaciones a los mismos y se han enfrentado con decisión las desviaciones que los ponen en cuestión. Finalmente Señor Presidente, la más alta nota en una materia que no califica la Escuela, sino la nación entera: cinco en el afecto de sus conciudadanos que hoy le reconocen el valor de haberlos librado del miedo y de la desesperanza.

Este título y las ejecutorias que premia, se entrega en un año de remembranzas y celebraciones. Es el año del bicentenario de la independencia. Es el momento histórico de consolidar el destino nacional en términos de seguridad, tranquilidad y confianza, En ese propósito tienen las Fuerzas Militares un papel fundamental. Sobre sus miembros reposa buena parte de la responsabilidad por construir los cimientos: la seguridad es el primer requisito para el disfrute de los derechos y de las libertades públicas, para establecer el ambiente que requieren las actividades productivas y para avanzar en el diseño de una nación más grande y más justa.

La institución académica que le otorga este merecido título trabaja, Señor Presidente, para estar a la altura del compromiso que significa la continuación del legado de la gestión emprendida. La Escuela Superior de Guerra comienza su andadura en el segundo siglo de su existencia cuando la República cumple la segunda centuria desde su momento fundacional el veinte de julio de 1810.

En el momento cuando Colombia se aprestaba a celebrar la primera centuria de la independencia, una generación de dirigentes que había sufrido sucesivamente la peor de las guerras civiles y la escisión de una parte de la patria, entendió que el camino señalado por la modernidad era el de un Ejército y una Armada nacionales, moldeados según los ideales de una fuerza de soldados ciudadanos, ya no hombres movidos por el solo deber de las armas, sino también por el derecho de portarlas para defender la asociación política sentida como propia y protectora.

El momento que se vive ahora es el de un nuevo cambio de paradigma. El modelo de 1909 era el del ejército de masas nacido de las revoluciones de los siglos dieciocho y diecinueve. Se defendió la posibilidad de un desarrollo institucional que preservara una organización y unas normas de identidad militar diferenciada, tales como una educación que se hiciera en academias militares para establecer una profesionalidad que uniera la vocación de las armas al compromiso que genera el paso por las escuelas durante períodos relativamente largos de formación. Hoy esa misión ha sido cumplida y la institución sobresale entre sus pares de América Latina por su apego a los valores de disciplina, lealtad y sentido nacional.

Ahora la institución militar enfrenta otro desafío que no destruye lo anterior, sino que invita a ampliar el espectro de las identidades y las cercanías con otros sectores de la sociedad. El mundo de hoy exige una complejidad misional y técnica que convierte a las fuerzas militares en organizaciones obligadas de cumplir una variedad tal de tareas, que difícilmente tiene parangón en otros sistemas organizacionales, sean estos económicos, políticos o sociales. Los ejércitos de tierra, mar y aire de hoy reúnen especialistas en una variedad enorme de campos científicos, tecnológicos, logísticos y administrativos. El aserto del padre de la sociología militar moderna, Morris Janowitz, al pensar la profesión militar como una mezcla de "líderes heroicos, gestores militares y especialistas técnicos" es más cierto hoy que nunca.

Las Fuerzas Militares de Colombia ya iniciaron una transformación que en cierta medida recuerda la gesta de los libertadores: aprender haciendo. En medio de la lucha contra el terrorismo y en buena parte por esa causa, los militares colombianos avanzan en el conocimiento de las novedades en lo estratégico y lo táctico, en lo científico, en lo tecnológico y en lo organizacional. Obligadas a responder una amenaza que en un pasado reciente se vio temible, pero finalmente respaldadas por gobierno y pueblo, han podido revertir el balance y se muestran hoy como fuerzas comprometidas al máximo con el deber de asegurarle la paz a la nación.

Simultáneamente han adelantado los cambios que pide la hora nacional: una redefinición de las relaciones civiles militares en el sentido de ganar legitimidad y afecto entre sus conciudadanos; una transformación organizativa que las pone junto a las cabezas del mundo militar moderno con la adopción efectiva de la organización conjunta y la internalización de la cultura correspondiente; con un rediseño del sistema de educación militar para garantizar el adecuado manejo de los cambios y con una profundización del trabajo de defensa y promoción de los derechos humanos, para evitar que las durezas de la guerra vuelvan a corromper a algunos de sus miembros.

Las Fuerzas Militares que puede exhibir hoy el país, están, no solamente fortalecidas en cuanto a tamaño y cobertura, sino fortalecidas en los valores castrenses y animadas por el respaldo unánime de todos los sectores de la vida nacional. La Escuela Superior de Guerra se prepara para asumir las tareas que demandan las fuerzas. Al frente de un sistema complejo de educación militar, crece y se desarrolla. En el año que corre habrá alcanzado la cota más alta de oficiales formados para el ejercicio del mando en los niveles táctico, operativo y estratégico. Estará también al frente de la labor de formar entre los colombianos una cultura de la defensa y la seguridad, con sus programas para civiles y con la extensión a sectores académicos, económicos y administrativos de la nación.

Igualmente como parte de este acto, quiero destacar la loable labor desarrollada por el señor General Alberto Ruiz Novoa, fundador de la Revista Fuerzas Armadas, y presentar un meritorio reconocimiento al señor General Álvaro Valencia Tovar, al señor Mayor General José Roberto Ibáñez Sánchez, y al señor Brigadier General Gabriel Puyana García, quienes desde el inicio de la revista hasta el día de hoy, y por espacio de cinco décadas han ilustrado y presentado el trabajo conjunto de las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, posicionando la publicación en un sitial de relevancia dentro del escenario de la cultura en defensa y seguridad.

La celebración del bicentenario del la independencia se hará este año bajo un signo diferente al que presidió otras celebraciones en el pasado: será bajo el signo de la seguridad que da confianza en el futuro nacional y bajo el signo de la fe en una nación más libre, más democrática y mejor protectora de sus asociados. Esa es la dirección que traza, señor Presidente, su política de seguridad democrática, su entrega a la tarea de devolverle la paz a sus conciudadanos para que puedan florecer el trabajo, las ciencias y las artes, la cultura de la solidaridad y el amor a la patria.

Muchas gracias."

ESDEGUE

La Escuela Superior de Guerra, es una institución de educación superior militar, que capacita a los Oficiales Superiores de las Fuerzas Militares, a los futuros Generales y Almirantes del Ejército Nacional, la Armada Nacional, la Fuerza Aérea Colombiana, y a personalidades de alto nivel de la sociedad colombiana, sobre temas de seguridad y defensa nacionales, para así fortalecer los canales de comunicación e integración.