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Palabras del Presidente Juan Manuel Santos en la graduación de los cursos de Altos Estudios Militares, Integral de Defensa Nacional y Maestría en Seguridad y Defensa Nacionales

La última vez que hablé en este escenario fue en mayo del año pasado, cuando celebrábamos nada menos que el centenario de esta Escuela Superior de Guerra.

 


Entonces me dirigí al auditorio en mi calidad de Ministro de Defensa, y realicé una exposición sobre dos doctrinas por fortuna hoy vigentes en las Fuerzas Armadas: la Doctrina de Acción Integral, y la Doctrina de Acciones Conjuntas y Coordinadas.

 


Insistimos mucho, durante nuestro periodo al frente del Ministerio, en estos dos conceptos fundamentales para la consolidación de la Seguridad Democrática, y hoy vemos los excelentes resultados que se han alcanzado.

 


Gracias a las acciones conjuntas y coordinadas, que involucran el trabajo armónico entre las distintas instituciones que conforman las Fuerzas Militares y su coordinación con la Policía, se han dado los más grandes golpes el terrorismo y las organizaciones criminales.

 


Hace algunos años predominaban los celos institucionales y cada fuerza quería atribuirse el éxito de una operación, lo que impedía la sinergia y la oportuna cooperación tanto en inteligencia como en la parte operacional.

 


Hoy nadie concibe una gran operación sin que estén envueltas, en mayor o menor medida, las tres Fuerzas Militares y la Policía, y sabemos que el triunfo no es de una sola sino de todos, porque el mayor valor que debe primar en nuestras Fuerzas Armadas, el que garantiza su éxito, es el de la UNIDAD.

 


En la reciente Operación Sodoma, que nos permitió llegar, con toda la contundencia de nuestras armas y el arrojo de nuestros hombres, a la madriguera del 'Mono Jojoy', participaron decisivamente el Ejército, la Fuerza Aérea, la Infantería de Marina y la Policía, y así se dio fin a la carrera criminal del más peligroso terrorista del país.

 


Las Fuerzas Armadas que lograron éste y otros resultados contundentes no son las mismas Fuerzas Armadas de comienzos de siglo.

 


Se han transformado, han crecido, son más fuertes y profesionales, tienen mejores equipos, se han capacitado más en derechos humanos, y tienen la convicción, la certeza, de que son capaces de derrotar al terrorismo y de salvaguardar la soberanía nacional de cualquier amenaza.

 


Me siento muy orgulloso -lo digo hoy ante los próximos generales y almirantes de la república y ante importantes miembros de la sociedad civil-, muy orgulloso, de haber participado por casi tres años, como Ministro de Defensa, en esta positiva transformación.

 


Hoy los colombianos reconocen, agradecidos, el papel que juegan las Fuerzas Armadas como defensoras de la democracia, de las instituciones y la paz, y por eso gozan del más alto nivel de opinión favorable entre las instituciones del país.

 


Hoy -gracias a la recuperación progresiva de la seguridad que debemos a las Fuerzas Armadas- podemos pensar, por fin, en avanzar decididos por el camino de la prosperidad.

 


Cito con frecuencia a los antiguos romanos cuando decían que la seguridad es la primera ley de la República.
¡Cuánta verdad hay en esa afirmación! ¿Cómo podemos progresar, cómo podemos hablar de derechos, cómo podemos aspirar a la justicia social, si no tenemos seguridad?

 


Por eso el país le debe tanto al presidente Álvaro Uribe Vélez. Porque su gobierno entendió esta realidad y se preocupó, con verdadera vocación y compromiso, con toda la voluntad política, por devolver la seguridad a los colombianos.

 

Gracias al gobierno del presidente Uribe hemos recuperado para la paz, para la producción, para la vida, a nuestro país, que estuvo demasiado tiempo secuestrado, atemorizado, paralizado por el nefasto influjo de la violencia y el terrorismo.

 

Es cierto que queda mucho trecho por recorrer en materia de seguridad, pero, gracias a lo avanzado, gracias a los logros en protección de derechos de la Seguridad Democrática, podemos pasar a una nueva etapa de Prosperidad Democrática.

 


El propósito de la Seguridad Democrática ha sido la protección de todos y cada uno de los habitantes de Colombia.

 


La Prosperidad Democrática pretende crear, con el mismo vigor, condiciones de igualdad de oportunidades que permitan a cada uno de los colombianos gozar de todos sus derechos y participar de la prosperidad que traen las nuevas condiciones de seguridad.

 


Hemos avanzado mucho, hemos logrado arrinconar a los terroristas, pero debemos ser realistas y aceptar que aún queda mucho por hacer antes de que podamos cantar victoria.

 


La seguridad sigue siendo una preocupación central de los colombianos y, por lo mismo, de este gobierno.
Hoy los grupos terroristas están más debilitados y más desacreditados que nunca, pero siguen convencidos de que el terror es el medio para lograr sus fines.

 


Generosidad con quienes abandonen violencia

 


Por eso reitero lo que he dicho tantas veces: tenemos toda la generosidad para recibir a quienes decidan abandonar el camino equivocado de la violencia, y en esa dirección estamos trabajando con las Fuerzas Armadas y con la Alta Consejería Presidencial para la Reintegración.

 


No más la semana pasada se desmovilizaron 20 guerrilleros del Bloque Oriental de las FARC, que tomaron la decisión después de la caída del 'Mono Jojoy'.

 


Pero también debemos ser claros, y así lo dije el día de mi posesión:

 


Mientras no liberen a los secuestrados, mientras sigan cometiendo actos terroristas, mientras no devuelvan a los niños reclutados a la fuerza, mientras sigan minando y contaminando los campos colombianos, seguiremos enfrentando a todos los violentos, sin excepción, con todo lo que esté a nuestro alcance.

 


Y ustedes, las Fuerzas Armadas de Colombia, seguirán siendo el bastión de esta lucha por la paz y la seguridad.

 


Los terroristas, diezmados, han vuelto a la guerra de guerrillas, a la emboscada, a la bomba cobarde que se oculta en la oscuridad, y están haciendo de las minas antipersona su principal arma.

 


Por eso la mayor exigencia que tienen las Fuerzas Armadas hoy es adaptarse, e incluso adelantarse, a estos cambios, para que demos los golpes definitivos a los grupos narcoterroristas, no sólo a sus cabecillas -lo que es muy importante- sino también a las estructuras que los financian desde el narcotráfico.

 


Los grupos armados al margen de la ley y las organizaciones narcotraficantes están obrando de forma coordinada, se están aliando, como ha quedado patente en varios correos electrónicos encontrados en los computadores de Jojoy.

 


Los criminales están cambiando su modus operandi y esto nos obliga a revisar los procedimientos para cerrarles el paso a cada movimiento.

 

Bien lo ha dicho el almirante Cely: Tenemos que ajustar la estrategia para mantener la ventaja ofensiva, y no podemos caer en la rutina operacional y táctica.

 


Todo lo contrario: tenemos que hacer gala de creatividad, tenemos que pensar lo impensable; tenemos que poner en práctica lo mejor de nosotros -tanto en inteligencia como en operaciones-, tal como lo hicimos cuando planeamos y ejecutamos las operaciones Jaque, Fénix, Camaleón, Fortaleza II y Sodoma, entre muchas otras.

 


¡Ustedes están haciendo historia! -así se los dije a los soldados que visité en la Base de la Macarena tras la caída de 'Jojoy'-.

 


Seguir a la ofensiva

 


Ustedes, militares de Colombia, están liberando a sus compatriotas de casi medio siglo bajo la sombra de las FARC.

 


Por eso vamos a seguir adelante, a la ofensiva, trabajando para tener más y mejor inteligencia, más y mejor movilidad, golpeando donde no nos esperan, hasta que cerremos para siempre este triste capítulo de la historia del país.

 


Quiero sepan que el Gobierno nacional es consciente, más que consciente, de la importancia del papel de las Fuerzas Armadas, y que haremos lo que esté a nuestra alcance para que sigan cumpliendo, con éxito, su misión constitucional.

 


¿Cómo lo haremos? Con estrategia de seguridad rural para la consolidación territorial, con estrategia para la seguridad de las fronteras, con estrategia para el fortalecimiento de la inteligencia, y con una estrategia integral para la seguridad y la convivencia ciudadana.

 


Sabemos bien que la consolidación del territorio implica un trabajo integral en el que, además de las Fuerzas Armadas, deben participar las demás instituciones del Estado, incluyendo la justicia.

 


La esencia de la consolidación es la efectividad de la administración de justicia en el territorio, y por eso debemos propiciar un trabajo continuo y un diálogo franco con las autoridades judiciales para garantizar la mejor cobertura de investigadores, fiscales y jueces.

 


Visité recientemente las zonas de consolidación en el Caguán, en la Macarena y en los Montes de María, y he podido constatar la gratitud de la población ante la acción integrada de la fuerza pública y las instituciones estatales para llevarle más y mejores servicios sociales y obras de infraestructura.

 


¡De eso se trata la seguridad! De devolver a los colombianos el derecho a soñar, a trabajar, a convivir en paz, a recibir los servicios del Estado, sin miedo a los violentos.

 

Soberanía e inteligencia moderna

 


Los grupos ilegales, perseguidos por la fuerza pública, se han refugiado en las fronteras para evadir la acción de la ley, y tenemos el compromiso, como Estado, de llevar la seguridad y el progreso social a esas zonas fronterizas, muchas veces rezagadas en desarrollo frente a las regiones centrales.

 


Colombia debe proteger su soberanía y, para ello, velaremos por que se mantengan las capacidades estratégicas de nuestras Fuerzas Armadas y aseguraremos, con los medios que sean necesarios, la presencia permanente no sólo de nuestros uniformados sino de las entidades de acción social en las fronteras, que deben ser fronteras de paz y de progreso.

 

Nos pondremos en la tarea de crear un completo Sistema de Control Fronterizo que asegure la realización de este objetivo.

 


Con una visión moderna, del siglo XXI, nuestras Fuerzas Armadas deben también vincularse a la tarea impostergable de ayudar a proteger nuestra biodiversidad, nuestras selvas, nuestras montañas, para las actuales y futuras generaciones.

 


Otra tarea urgente es continuar el fortalecimiento de la inteligencia de nuestras Fuerzas Armadas, sin duda el arma invisible que ha hecho posible los grandes resultados operacionales de los últimos años.

 


Una moderna inteligencia, con más recursos, debidamente integrada entre nuestras fuerzas, es garantía de éxito para las operaciones, y la peor pesadilla para los criminales.

 


Tengo la satisfacción de haber impulsado, desde el Ministerio, la Ley de Inteligencia, y allí tenemos un marco muy importante para realizar esta actividad, sin desviarnos jamás de los parámetros del Estado de derecho.
Fuerzas Armadas promotoras de DD.HH.

 


Sea el momento de exaltar la trascendencia de que nuestras Fuerzas Armadas sigan avanzando cada día más en su tarea de convertirse en las primeras promotoras y defensoras de los derechos humanos en el país.
Sólo si obran dentro de la legalidad y conforme a los derechos humanos, pueden las Fuerzas Armadas tener la legitimidad para llevar las armas del Estado en nombre del pueblo colombiano.

 


Dentro de mi gestión al frente del Ministerio de Defensa, me siento muy orgulloso de haber expedido la Política Integral de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario del Ministerio de Defensa, que es hoy, junto con las 15 medidas que tomamos para profundizar su implementación, y las Reglas de Encuentro, el marco que define los límites y los parámetros de conducta de nuestros soldados, infantes y policías.

 


Sigan adelante en su promoción, señores oficiales de Colombia, porque unas Fuerzas Armadas respetuosas de los derechos humanos son invencibles, no sólo frente a los embates del enemigo sino también frente a los tribunales.

 


Hechos dolorosos

 


Es inevitable referirme aquí a los dolorosos hechos que sucedieron en Tame, Arauca. Los relatos que hemos escuchado son simplemente escalofriantes, y nos duele en el alma el sufrimiento causado a esos niños y a sus familias. Son actos tan crueles que sobrepasan cualquier calificativo.

 

Como Presidente, como colombiano, como ser humano, lamento y condeno estos actos criminales, y espero que sus autores sean identificados y castigados ejemplarmente.

 


Pero debo también reconocer la rápida actuación del Ministro de Defensa y de los comandantes de las Fuerzas Militares, que adelantaron con premura todas las investigaciones pertinentes, que han puesto a disposición a los presuntos responsables y que, con el aval de la Junta Asesora de Generales y Almirantes, retiraron ayer del servicio activo a 4 oficiales y 3 suboficiales por fallas en el ejercicio del mando y control de las tropas ubicadas en el sector de los hechos.

 


Esa fue mi regla como Ministro, y ese será el norte de este Gobierno: CERO TOLERANCIA CON LA VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS.

 


Seguiremos colaborando con la Fiscalía y con los jueces, quienes serán, en últimas, quienes determinarán los responsables y su condena, que esperamos corresponda a la gravedad de los hechos.

 


La sanción de estos actos inhumanos no sólo la exigen las víctimas y la sociedad colombiana, sino también las Fuerzas Armadas, porque, al castigar a los culpables, se defiende el honor y el buen nombre de cientos de miles de uniformados que cumplen bien con su misión y respetan los derechos humanos.

 

¡Que caiga el peso de la ley, todo el peso de la ley, sobre esos desadaptados, esos sátiros, esos cobardes, que fueron capaces de atentar contra nuestros niños!

 


Bandas y seguridad ciudadana

 


No podemos olvidar, en este recuento, el fenómeno de las bandas criminales, que son una ramificación de las organizaciones del narcotráfico, pero que están involucradas también en otras actividades como la minería ilegal y los carruseles de corrupción.

 


La lucha contra estas bandas, si bien es prioritaria de la Policía Nacional, debe ser asumida también con compromiso por las Fuerzas Militares, con el objetivo claro de contenerlas y erradicarlas, más aún teniendo en cuenta que están comenzando a obrar en connivencia con los grupos terroristas.

 


De acuerdo con las encuestas, una de las mayores preocupaciones hoy de los colombianos es la seguridad en las ciudades, en buena parte deteriorada por la acción de estas bandas y por cuenta del microtráfico de drogas.

 


Países como Suráfrica, El Salvador o Guatemala han tenido incluso mayores índices de criminalidad en el posconflicto que durante el tiempo de confrontación bélica, y nosotros tenemos que mirar estos ejemplos y obrar decididamente para evitarlo.

 


Por eso hemos lanzado una completa estrategia de seguridad ciudadana, que busca combatir el crimen de manera integral, tanto con medidas preventivas como proactivas.

 


Es una estrategia que incluye reformas a los códigos penales y del menor, un nuevo Código de Convivencia, mejora en los procedimientos y aumento del pie de fuerza policial, entre otras medidas.

 


La Seguridad Ciudadana, más que una estrategia, será una política integral que coordine diferentes instituciones a nivel nacional: desde la Policía Nacional, el Ministerio de Defensa, el Ministerio de Interior y Justicia, la Fiscalía, el DAS y el INPEC, hasta el Ministerio de Educación, el SENA, el ICBF, Acción Social, Coldeportes y las demás instituciones que desarrollan programas sociales.

 


La consolidación de la seguridad a que estamos apuntando debe pasar, igualmente, por un trabajo de definición de roles y misiones, tanto al interior de las Fuerzas Militares como entre éstas y la Policía Nacional, una tarea que iniciamos hace algunos años y que debe continuarse.

 


También ratifico hoy, en esta Escuela Superior de Guerra -que es el más avanzado centro académico de nuestras Fuerzas Armadas-, nuestro compromiso con el proceso de mejora y ampliación de la formación y la educación militar que supuso la creación del Sistema Educativo de las Fuerzas Armadas.

 


Sólo militares bien preparados y formados, como los que veo en este auditorio, pueden garantizarnos que la consolidación de la seguridad nos lleve, finalmente, a la prosperidad.

 


Fuerzas Armadas renovadas y modernas

 


Operaciones tan complejas como el asalto aéreo que puso fin a la carrera criminal del 'Mono Jojoy' son sólo una muestra de las capacidades de unas Fuerzas Armadas renovadas y modernas que hoy pueden ser invitadas de honor en cualquier escenario internacional.

 

De frente al futuro -¡y el futuro es hoy!- nuestras Fuerzas Militares jugarán un papel como herramienta de política exterior, y, por su experiencia, serán requeridas en operaciones de paz y alianzas con las principales democracias del planeta.

 


En la reciente Cumbre del Mecanismo de Tuxtla en Cartagena, me sentí orgulloso de poder plantear a los otros nueve países que conforman el grupo la disposición de Colombia para cooperar con la región en materia de defensa y seguridad.

 


La experiencia acumulada también nos puede convertir en un centro de entrenamiento regional, como de hecho ya estamos empezando a serlo con la Escuela de Derechos Humanos, o el Centro Marítimo Internacional de Análisis contra el Narcotráfico, que hemos propuesto crear en Cartagena.
Apreciados amigos de las Fuerzas Armadas; graduandos del CAEM, del Cidenal y de la Maestría en Defensa y Seguridad:

 


¡Felicitaciones! Forman parte de un grupo privilegiado de compatriotas que ha recibido una esmerada preparación para servir a la patria, a su defensa y seguridad.

 


Aquí estoy en frente de los próximos generales y almirantes de las Fuerzas Armadas; de destacados líderes de la sociedad civil que quieren y apoyan a la fuerza pública, y mi alma se llena de esperanza.

 

Vamos bien. Nos falta todavía, y sé que, con ustedes, seguiremos avanzando hasta que cerremos definitivamente el capítulo del terrorismo y la violencia, y nos enfoquemos todos juntos en la construcción de prosperidad.

 


A ustedes les corresponde ayudarnos a cerrar este tema.

 


Vamos a culminar la labor de consolidación y vamos a hacer que todos los logros obtenidos se vuelvan permanentes, irreversibles.

 


¡Para que nunca más tengamos miedo de recorrer nuestra patria!

 


Ese es mi compromiso como Presidente y el compromiso del gobierno.

 


Ese es el compromiso de ustedes, los integrantes de las Fuerzas Armadas.

 


Ese es el compromiso de la sociedad colombiana.

 


Unidos, CON SEGURIDAD, construiremos la Colombia que siempre soñamos que podíamos ser.

 

Muchas gracias.

ESDEGUE

La Escuela Superior de Guerra, es una institución de educación superior militar, que capacita a los Oficiales Superiores de las Fuerzas Militares, a los futuros Generales y Almirantes del Ejército Nacional, la Armada Nacional, la Fuerza Aérea Colombiana, y a personalidades de alto nivel de la sociedad colombiana, sobre temas de seguridad y defensa nacionales, para así fortalecer los canales de comunicación e integración.