DE LA GUERRA POLÍTICA COMO PARTE DE LA GUERRA ASIMÉTRICA
DE LA GUERRA POLÍTICA COMO PARTE DE LA GUERRA ASIMÉTRICA
Las guerras contemporáneas -en su mayoría de tipo asimétrico o híbrido- plantean varios retos a nivel estratégico, operacional y táctico. No obstante, de todos ellos, uno de los más relevantes es el cambio en los centros de gravedad, los cuales ahora apuntan al control por la legitimidad y la narrativa del conflicto.
En otras palabras, la vigencia del objetivo político de la guerra, por encima del objetivo militar -al mejor estilo de Clausewitz- es un imperativo mayor en los conflictos contemporáneos. Así las cosas, el binomio política-guerra caracteriza con gran fuerza los escenarios asimétricos, en los cuales, el adversario puede -y de hecho lo hace con vehemencia- intentar lograr una ganancia que por la vía armada le hubiera resultado difícil o simplemente imposible.
Ataques al mayor activo estratégico estatal para conflictos asimétricos
El enemigo asimétrico comprendió que desactivando parcialmente su componente armado, para enfocarse en medios de presión política, social y jurídica, puede eventualmente erosionar algunas capacidades militares de los Estados que nunca hubiera podido derrotar en el campo de combate y de paso, hacerse con el control de un discurso, que hace cuna en una opinión pública altamente cambiante en redes sociales.
Con este panorama, aparecen estrategias políticas y discursivas de ataque a la triada compuesta por las Fuerzas Especiales, la Inteligencia y el poder del bombardeo estratégico. Esta triada se ha convertido en el principal activo de muchas de las Fuerzas Militares en el mundo para confrontar con éxito a los enemigos asimétricos. Triada que hubiera sido imposible de derrotar en el campo de combate, pero que ahora se pretende derrotar desde la política y la manipulación de la propaganda.
Con respecto a este planteamiento, se pueden encontrar multiplicidad de ejemplos. Desde Afganistán, Irak y Siria hasta Colombia, se puede encontrar cómo los enemigos asimétricos construyen estrategias para afectar ese valioso activo de las Fuerzas Militares compuesto por la triada anteriormente mencionada. Figuras políticas clave, “expertos” en asuntos de seguridad y defensa, así como todo el espectro de redes del enemigo, se mueven para desarrollar esta estrategia; usando especialmente las redes sociales o los medios de comunicación en lugar de fusiles.
La manipulación social como un componente de la estrategia del enemigo
En este entramado, el precario nivel de conocimientos estratégicos de la opinión pública en general, sumado a un gran protagonismo de lo sensible, se vuelve el escenario idóneo para que el enemigo asimétrico despliegue su estrategia.
Por lo tanto, no es raro encontrar iniciativas adversarias para movilizar la sensibilidad social basadas en acusaciones de operaciones militares aparentemente mal planeadas o donde menores de edad murieron debido al empleo de las armas del Estado.
No obstante, buena parte de la sensibilidad social no tiene el conocimiento especializado para comprender que los niños y los adolescentes pueden (y de hecho lo son) ser más crueles que los adultos entre otras cosas, por aspectos sociales o sicologicos. Hay miles de estudios de niños soldados en África desde la visión de la ONU que lo corroboran. Por eso son reclutados, no porque no hayan combatientes adultos para reclutar.
Es ingenuo pensar que a un adolescente de precarias relaciones sociales y afectivas se le puede convencer fácilmente de entregar el poder del arma -que lo pone incluso por encima de un adulto- e irse a un hogar sustituto de cualquier instancia de asistencia social. Arreglar el problema en ese punto es muy difícil, requiriendo que el Estado trabaje por la niñez y adolescencia antes que llegue un criminal a llevárselos.
Por lo anterior, ya en manos del criminal, y después de los 16 años, el Derecho de la Guerra deja de considerarlos como personas protegidas para considerarlos combatientes.
La imperiosa necesidad de una contra estrategia
Es responsabilidad de los Estados generar una contra estrategia efectiva ante esta amenaza. Hoy mas que nunca se requiere un pensamiento estratégico en las instancias del poder estatal, para que se articule una respuesta contundente y neutralice tal ataque. La iniciativa debe surgir por parte del Estado, de manera que sea el mismo Estado el que haga evidente que los ataques mediáticos a las Fuerzas Especiales, la Inteligencia o el poder aéreo son la herramienta más depurada de los enemigos para lograr por medio de la política lo que nunca iban a lograr por las armas.
Dada la complejidad de la amenaza expuesta, se requiere adicionalmente una comunidad de inteligencia estratégica realmente poderosa y funcional. Esta comunidad debe basarse en una sinergia institucional, ajena de vanidades y que involucre instancias más amplias que las que componen tradicionalmente a la comunidad de seguridad y defensa. De esta sinergia se desprende una respuesta estatal que involucra lo diplomático, político, jurídico, cultural y sin duda alguna, lo comunicacional en un nivel estratégico.
Solo así se puede neutralizar la estratagema política del enemigo asimétrico, se puede resguardar la triada estratégica militar, se apuntala la legitimidad del Estado y se protege realmente a la juventud frente a criminales que tienen más estímulos para reclutar adolescentes y usarlos como escudos humanos.