LA LEGITIMIDAD COMO POTENCIADOR DEL ACCIONAR DE LAS FFMM ANTE DISTURBIOS URBANOS VIOLENTOS
Las Fuerzas Militares de un Estado están llamadas a brindar bienestar mediante el correcto uso de la fuerza, lo que garantiza una situación en donde los intereses comunes de los diferentes grupos sociales se vean protegidos de cualquier perturbación sustancial. Pero la seguridad dentro del Sistema Internacional, donde la incertidumbre es una característica que influye en los conflictos, hace que esté llamado, se vea afectado por fenómenos como la violencia que se aprovecha de las diferentes protestas a nivel global para conseguir intereses diferentes a los del Estado. En suma, intereses diferentes a los de la sociedad ya que el Estado trabaja a favor de ella.
Esta situación hace que la acción de las Fuerzas Militares se encuentre en una constante situación de inestabilidad, la cual en ocasiones sobrepasa las capacidades de este, logrando generar mayor incertidumbre en su desarrollo operacional. Esto se ve reflejado en la dificultad que se le presenta al comandante en los diferentes niveles para identificar su conciencia situacional. David Kilcullen con la publicación de su libro en el año 2011, “Out of the mountains: The coming age of the Urban Guerrilla”, describe cómo el cambio de ambientes rurales a conflictos urbanos genera una serie de tensiones en los tomadores de decisiones militares reflejadas en la dificultad de identificar claramente, la posición propia, la posición del enemigo y el contexto en donde se desarrollan las operaciones.
Uno de los escenarios de cambio (de lo rural a lo urbano) es el aumento de la violencia generada después de que una protesta se sale de control y que algunos de sus integrantes la instrumentalizan para generar caos asociado a una intencionalidad política. No es que se esté afirmando que el derecho consagrado en la Constitución Política sea una amenaza en sí mismo, sobre todo cuando dichas protestas utilizan medios pacíficos para expresar su desacuerdo, sin embargo, la protesta desbordada atenta contra los derechos y la seguridad de otros ciudadanos que no participan activamente en la manifestación. Una vez se genera violencia, no solamente es necesario la intervención del Estado para garantizar el respeto de los derechos de los ciudadanos que son afectados por dichas protestas, sino que además, se requiere la utilización de la Fuerza Pública; en primera medida de la Policía Nacional y, cuando las circunstancias lo ameriten, de las Fuerzas Militares. Tomando la experiencia de países latinoamericanos, se pudo presenciar la participación de unidades militares que se vieron obligadas a desarrollar operaciones para garantizar la seguridad ciudadana debido a la magnitud del daño ocasionado por individuos que camuflaban sus intenciones dentro de dichas actividades descritas.
El resultado que se puede resaltar de la respuesta operacional de las Fuerzas Militares es que dentro de la doctrina de utilización de la fuerza se ha encontrado que la legitimidad y la legalidad del desarrollo de las operaciones ha potenciado su accionar (evitando cometer errores). Es así como estos son aprovechados por actores con intenciones de poder “alterno” para hacer ver al Estado como ilegitimo y, por consiguiente, como una amenaza para la sociedad. Esto, como reza el lema de la ciudad de Paris, ha permitido a las Fuerzas Militares que puedan “ser batidas por las olas, pero no hundidas”.